Es muy fácil de detectar, simplemente basta con mirar al cielo nocturno, para comprobar que su color, en ocasiones dista mucho del que debiera tener. El efecto, sumado a las partículas en suspensión causantes de la contaminación del aire, da lugar a que se perciba un cielo anaranjado o grisáceo que puede llegar a alterar, el ciclo vital de especies de vida nocturna.
Los efectos de esta contaminación se enmarcan en dos campos; por un lado el despilfarro de la energía mal aprovechada en la iluminación, y por otra parte las consecuencias que conllevan a las especies de vida nocturna esta alteración en sus ciclos vitales.
Este despilfarro se debe a un abuso de los recursos naturales, un exceso en el uso de energía y de consumo de combustibles fósiles. Lo que provoca, a su vez, un aumento considerable de la emisión de gases de efecto invernadero a la atmósfera, provocando una mayor contaminación del aire. Convirtiéndose esta situación en una espiral de contaminación atmosférica total.
Las causas principales son el uso de luminarias con mal diseño, bombillas ineficaces y contaminantes, así como su colocación inapropiada. Se pueden optimizar las instalaciones de alumbrado de varias maneras: instalar lámparas eficientes; establecer distintos niveles de iluminación, alturas de las luminarias y ángulos de los focos; reducir el nivel de iluminación a partir de medianoche, etc.
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